Los locales de copas andaluces piden auxilio. Las restricciones de la Junta de Andalucía les obligan a cerrar a las 00:00 de la noche -frente al ocio nocturno que puede abrir hasta las 02:00-, por la simple diferencia de que no tienen licencia de música. El problema: que la gente durante el día no sale a la calle por el calor, y por la noche, después de cenar, no les da tiempo a tomarse una copa en estos locales.
Celso Torres, portavoz de la plataforma ‘Sevilla son sus bares’, nos atiende en su bar, un local acostumbrado a facturar 400 euros al día que tiene que sobrevivir ahora con menos de 150. «Estamos peor que en los cuatro meses que tuvimos de restricciones hasta las 18:00 de la tarde», admite Celso.
«Por suerte o por desgracia, el calor ha llegado, y los bares que somos de copas, aunque tenemos la licencia de sin música y sin cocina, estamos encuadrados en un epígrafe dentro de la Junta de Andalucía, que nos obliga a cerrar a las 00:00 y es inviable. La gente sale tarde de casa por el calor, y cuando llega la noche se van a un restaurante, terminan tarde de cenar, y evidentemente no les da tiempo a venir a tomarse una copa, así que se la toman en el mismo restaurante en el que cenan», explica el portavoz de ‘Sevilla son sus bares’, que recuerda que «cualquier negocio de hostelería vale un dineral mantenerlo».
«A mí el mío me cuesta 12.000 euros. Levantar la persiana me cuesta a mí cada día 400 euros. Y mira lo que estoy facturando: 137 euros. Y así cada tarde», se lamenta Celso, que subraya que «después del ocio nocturno, que es quien peor lo ha pasado, los siguientes somos nosotros». «Mi bar abre a las 15:00 de la tarde, sufrimos las consecuencias de los cuatro meses hasta las 18:00, que no había margen para vender, ya ahora estamos sufriendo esa diferenciación entre bares con o sin música. Que yo me pregunto: ¿qué diferencia hay?», se lamenta.
Un propietario de un local de ocio nocturno -cierran a las 2:00- de la asociación ‘Sevilla son sus bares’ advierte además de las malas consecuencias que tiene para él: «Yo tengo que controlar el aforo constantemente. Trabajo con mucha presión porque tengo que dejar a gente en la calle, porque tengo que tener el aforo totalmente controlado. Y esto me está generando problemas. Yo necesito que se redistribuya un poco a la gente para que todos podamos trabajar mejor».
Continua leyendo: